Crecimiento en el acceso a la educación superior: ¿Seguirá siendo un buen indicador del nivel socioeconómico?

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Crecimiento en el acceso a la educación superior: ¿Seguirá siendo un buen  indicador del nivel socioeconómico?

El nuevo modelo GSE AIM 2023 exhibe un aumento en el acceso a la educación superior en todos los segmentos, principalmente en los sectores medios. No obstante, expertos advierten que debido a esta masificación, la educación superior tiende a debilitarse como predictor del ingresos.

La última actualización del modelo GSE AIM mostró un aumento en los hogares con educación superior en prácticamente todos los segmentos de la población, principalmente en los sectores medios como el C2 y el C1b. Después de dos décadas, la educación superior continúa siendo un factor que discrimina entre grupos socioeconómicos del modelo.

Actualmente, el modelo de clasificación considera los ingresos de las personas, el nivel de educación y la ocupación. “El ingreso es la columna vertebral del modelo y tanto la educación como la ocupación aportan una pequeña corrección”, indica Victor Allan, consultor en investigación de mercado, metodología y análisis, y parte del equipo de la Comisión Técnica.

Julio Troncoso, CEO de Kronos Chile, que también participó de la Comisión, señala que el modelo siempre le ha otorgado importancia a la educación superior. “Hay una cuestión muy importante para tener en cuenta: en Chile, en particular, y en Latinoamérica, en general, la educación determina mucho tus posiciones laborales”, detalló.

Añade que en nuestro país “lo que llamamos educación del principal sostenedor del hogar (PSH), sigue siendo un determinante del grupo socioeconómico. Es correlativo, Chile se ha ido enriqueciendo más, la gente va estudiando más y la curva tiende a correrse hacia más gente con mejores ingresos”.

Así lo ha evidenciado el GSE 2023. Desde el 2017, se observa un aumento de hogares en los grupos medios: en el segmento C3 se evidencia un aumento del 27,3 al 29%; en el C2 de un 12,5 a un 14,7%; en el C1b de 6,9 a 8,4%. Asimismo, también los segmentos más altos: en el C1a de un 6,5 a un 9,1% y en el AB de un 1,9 a un 2,1%. Además, la última muestra evidencia un descenso de hogares en los grupos más bajos: en el grupo D de un 35,5% a un 30,5%; y en el grupo E de un 9,5% a un 6,1%.

Una de las razones de por qué un nivel alto de educación superior está asociado a ingresos más altos se debe al tipo de trabajo que consigue alguien con título profesional, explica Victor. “Hay un piso básico que probablemente tenga más que ver con la formalización del trabajo: si estudias tienes una mayor probabilidad de que estés en un trabajo formal porque de partida es un requisito”, apuntó.

Aumento transversal

Las políticas públicas de los últimos años han generado un aumento de personas que ingresan a la educación en todos los segmentos socioeconómicos. “En el 2017, si miras el dato, ya casi todo el segmento alto (AB o C1a) tenía acceso a educación superior, estaban muy cercano al 100%, entonces ya no tiene donde crecer. Donde sí ha crecido es en los segmentos C3 y C1b, que diríamos que es clase media media o clase media alta de nuevo tipo”, describió Julio.

De acuerdo a la última entrega del modelo GSE AIM, ni los hogares del segmento más bajo (E) ni de los más altos (C1a y AB) presentaron una gran variación en el acceso a la educación superior. Por otro lado, los segmentos medios sí registraron un aumento: el grupo D, de un 5% a un 7%; el C3, de un 21% a un 24%; C2, de un 63% al 67%; y el C1b, que pasó de un 89% a un 92%.

Julio alerta que algo que podría ir pasando con el tiempo es que la educación superior, a medida que continúe modificándose, se volverá un poco menos determinante de los ingresos. “En los noventa, estudiaban en la educación superior menos de 300 mil personas para una población de 13 millones, mientras que en 2023 había una matrícula de 1 millón 200 mil personas para una población de 19 millones y medio”. En consecuencia, eso es más igualitario pero menos determinante, porque hay más gente que va a ir a la universidad pero va a haber gente que va a ganar muy bien y otras más o menos”, explicó.

Por su parte, Víctor Allan concuerda en que la masividad de la educación superior la convierte en un predictor más deficiente del nivel socioeconómico. “Pero eso no significa que no haya una estratificación, sino que tiende a ser más fina: dependerá de en qué universidad estudiante y qué carrera”, indicó.

“Hay mucha diferencia entre las profesiones”, coincide Julio. Sin embargo, agrega que “aun así la inmensa mayoría de los profesionales están diferenciados del resto de la población chilena”. Finalmente, advierte que en la próxima década esto puede ir cambiando: “A medida que haya más gente en la educación superior, esa diferencia se va a ir haciendo menos notoria”.

AIM educación 2024
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