Recientemente, nuestro socio Feedback Research junto con Foro Innovación, llevaron a cabo un estudio de opinión pública sobre la actitud innovadora y emprendedora a nivel nacional.
En él se revela que una gran mayoría de las personas encuestadas manifiesta su interés en que el texto de una nueva Carta Magna sea el resultado de un acuerdo al que lleguen los sectores políticos con representación en el organismo de 50 consejeras/os electas/os.
La encuesta se realizó sobre la base de preguntas online en una plataforma digital propia y los datos fueron recopilados entre
20 de abril y 5 de junio de 2023, de una muestra de 6.986 casos. Además se realizaron envíos de insistencia mediante sistema automatizado de campaña de correos.
La investigación constató que los principales obstáculos para innovar y emprender son: la baja disposición a la colaboración, débiles redes de relaciones, un alto nivel de desconfianza y la falta de experimentación.
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Existe una clara disparidad entre los componentes cognitivo, valórico y relacional en la determinación de la actitud hacia la innovación y el emprendimiento. Los bajos puntajes en los indicadores del componente relacional, particularmente en colaboración y red de relaciones, sugieren que una intervención en estas áreas podría fomentar un entorno más propicio para la innovación.
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En general, el componente cognitivo del índice es elevado, lo que indicaría fuertes habilidades de observación y asociación de ideas, sin embargo, hay un déficit significativo en la voluntad de experimentar. Por lo tanto, fomentar una cultura de experimentación podría conducir a ganancias significativas en la disposición hacia la innovación y el emprendimiento.
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Se observan algunas diferencias demográficas particulares en las actitudes hacia la innovación y el emprendimiento. Los individuos más jóvenes de la población general muestran actitudes más innovadoras, pero esta tendencia se invierte dentro de los sujetos del ecosistema de innovación, donde los individuos mayores parecen ser más innovadores. Esto podría deberse a varias razones, incluida la posibilidad de que las personas mayores en estos entornos tengan más experiencia y conocimientos específicos.
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Un resultado esperable es que las personas de niveles socioeconómicos y educativos más altos generalmente se asocian a una mayor propensión actitudinal hacia la innovación y el emprendimiento. Estos datos sugieren que para fomentar tales prácticas en la población es necesario garantizar la igualdad de acceso a los recursos y oportunidades para personas de todos los niveles socioeconómicos y educativos.
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Un dato destacable es que al comparar la autopercepción de innovación y los valores de componentes y dimensiones constatamos que aquellos que se ven a sí mismos como más innovadores tienen un índice de innovación más alto, lo que podría parecer una tautología, pero que a nuestro juicio enfatiza la importancia de la propia actitud para fomentar comportamientos innovadores.
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También observamos que aquellas personas que declaran una mayor probabilidad de emprender actividades empresariales poseen un índice de innovación más alto, particularmente en el subcomponente “propensión al riesgo“, cuestión que destaca la disposición para asumir riesgos como factor del éxito en el emprendimiento de nuevos negocios.
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Al comparar los distintos segmentos de personas que participan en el estudio, observamos que quienes se declaran como emprendedores tienen un índice de innovación más alto que quienes pertenecen a las empresas de mayor tamaño, especialmente en términos de la disposición por el riesgo y desempeño relacional. Esto podría atribuirse potencialmente a la necesidad de los emprendedores a tomar riesgos y establecer una red de contactos para lograr el éxito, en comparación con las empresas más grandes y establecidas, en donde parece haber cierto grado de aversión al riesgo, o al menos una menor disposición a asumirlo.
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Las principales brechas que observamos en la actitud innovadora y emprendedora tienen una fuerte raigambre en nuestro ethos cultural. El bajo puntaje que se obtiene en la “Dimensión Experimentación” del “componente Cognitivo” constituye un indicio de que en nuestra sociedad existe una fuerte aversión o temor al riesgo. Nuestra cultura tiende a castigar el fracaso y no ofrece muchos espacios para volver a probar. A esto se suma la debilidad estructural que se observa en el “componente Relacional”, donde todas las dimensiones muestran valores críticos, especialmente en la “Dimensión Colaboración”, donde observamos el valor más bajo de todas dimensiones que considera el Índice. De ahí la importancia que tiene el fomentar y promover la innovación en los más jóvenes; la necesidad de cultivar estos atributos desde las primeras instancias del sistema educativo.
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En resumen, los datos reflejan la naturaleza multidimensional de la actitud hacia la innovación y el emprendimiento, enfatizando la importancia de abordar y potenciar no solo las habilidades cognitivas, sino también las habilidades relacionales y el componente valórico. También destaca la influencia significativa de los factores demográficos, el estatus socioeconómico y la educación en la innovación, lo que indica la necesidad de políticas y prácticas inclusivas. Además, los resultados del estudio subrayan el papel crucial de la autopercepción y la voluntad de asumir riesgos en el fomento de la innovación y el espíritu empresarial.